Esta es la sección dedicada a Esteban Arce y su columna editorial "Sin Conexión" que es publicada todos los Domingos en el "Record" diario deportivo.
Fotos Cortesia de Stali Abraham de Cancún Qroo.

Demasiada admiración

SIN CONEXIÓN

“En selecciones hemos superado el complejo de jugar ante Brasil”
Desde la primera aparición de un equipo brasileño en nuestro país, allá por los años 30, nuestros abuelos quedaron maravillados por la plasticidad y efectividad de sus jugadores, además de que resultaban bastante más simpáticos en general de lo que nos tenían acostumbrados los extranjeros venidos de otros lugares, por no hablar de los españoles, que por entonces dominaban el concierto balompédico nacional como refuerzos mayoritarios del Club España y Asturias y que marcaron amplia superioridad en la primera mitad del siglo futbolístico en México, hasta su lamentable desaparición justo en 1950.
A pesar de que Brasil comenzó detrás de Uruguay y Argentina en acumular prestigio y títulos a nivel sudamericano, a partir del año 50 y pese al maracanazo de su Mundial, los brasileños se apoderaron no solamente del máximo sitio de nuestro continente sino del primerísimo lugar en el escalafón mundial, por lo menos en lo que respecta a selecciones.
No fue casualidad, desgraciadamente, el que la afición mexicana se volcara descaradamente a favor de los brasileños en el Mundial que estos ganaron en 1970 en nuestro país, tratándolos mejor que a nuestra propia Selección, en una manifestación popular que dudo se pueda repetir en otro lugar cualquiera a favor de quienes no pudieran pedir más apoyo incondicional ni jugando de locales en Río de Janeiro o en San Pablo. Esto tuvo su explicación en parte por el enorme despliegue publicitario que los medios de comunicación, sobre todo la televisión, tuvieron en ese entonces en el ánimo de los aficionados, llegando al extremo de contratar a un comentarista brasileño (Paulo Planet) para narrar en un pésimo castellano los partidos de Brasil para nuestros televidentes, con el fin de hacer más manifiesto el tácito apoyo que, por alguna razón, había que darle a la verde y amarilla. Sobretodo en Guadalajara, donde el equipo de Pelé fue local en la primera fase de aquel Mundial y de donde no salió sino para jugar la Final frente a Italia en el Azteca (al igual que en el 86 hasta que los eliminó Francia en penaltis), se vivió una comunión tan extranjerizada y entreguista, que la misma persiste hasta nuestros días, y si no, ahí está el ejemplo vivido recientemente durante el último amistoso que México jugó contra Brasil en el Jalisco, en el cual se calcula que hubo más de diez mil “mexicanos” con la camiseta verde y amarilla “torciendo” a favor de sus admirados visitantes, a pesar de estar jugando contra nuestra Selección. No cabe duda que a algunos les sigue fascinando la “torcida”. Está por demás afirmar que este tipo de cosas resultarían inconcebibles en cualquier otro país, a pesar de que el futbol sea sólo una manifestación deportiva y no tenga, supuestamente, nada que ver con el verdadero patriotismo de una nación.
El caso es que desde entonces, y cada vez que nos toca ver un juego de Brasil por la televisión, escuchamos a nuestros ilustres comentaristas deshacerse en elogios, alabanzas y exclamaciones favorables a los brasileños, aún antes de que toquen siquiera el balón, con lo cual nos hemos formado una idea de un nivel casi inalcanzable para nosotros y para nuestros futbolistas que, por otra parte, ya son capaces de enfrentar sin mayores complejos a casi cualquier selección o equipo del mundo, con la excepción, eso sí, de Estados Unidos y Brasil. Nuestro complejo ante los gringos tiene una explicación similar a lo que sufren, por ejemplo, los españoles con Francia o los franceses con Alemania, y tendría algo que ver con circunstancias históricas y socioculturales bastante largas de enumerar, pero la excesiva admiración que nuestros aficionados tienen por el futbol el futbol brasileño y demás fauna tan poco objetiva, se refleja indudablemente en el excesivo respeto y admiración que muestran nuestros jugadores frente a los equipos brasileños cada vez que les toca jugar contra ellos. En selecciones hemos superado el complejo ante Brasil, de hecho la balanza en los últimos diez partidos se encuentra a nuestro favor, pero en clubes y sobretodo de visitantes la cosa es distinta y no cómo explicar la abrumadora estadística que tienen en su contra los nuestros frente a los brasileños en la Libertadores, que se reafirmó en el partido que Chivas pudo perfectamente ganarle como visitante al peor Santos de la historia, pero que perdió desde antes de entrar a la cancha mientras nuestros jugadores visitaban el museo del histórico rival y se sacaban fotos para que sus nietos constataran el inmerecido honor que algún día les cupo de pisar la cancha donde jugó Pelé.
Así, y ante tal admiración, no se les puede ganar. ¡Mexicanos, a salir del subdesarrollo!
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Fuente: Record Diario Deportivo
Sin Conexión...
Dom 9 de Marzo de 2008.

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