¿Qué pasaría?
SIN CONEXIÓN
Una de esas mañanas en las que suelo amanecer medio filosófico (por no decir crudo), y habiendo sufrido alguno de los múltiples desengaños futbolísticos a los que nos tienen acostumbrados nuestros equipos nacionales, con todo y sus entrenadores y dirigentes incluidos, me miraba al espejo tratando de explicarme algunas cosas (además de la multiplicidad de mis arrugas y la extraña pero acelerada desaparición de mi tejido capilar) tales como la inmortalidad del cangrejo y la verdadera utilidad de los directivos en el futbol mundial.
Respecto a este último punto, y debido a que la orientación espiritual de Hugo Sánchez me ha ayudado a avanzar en el tema de los cangrejos hasta el punto de casi haber dilucidado el meollo de tan añeja cuestión, me detuve dicha mañana a elucubrar distintas hipótesis referentes, todas ellas, a la verdadera trascendencia que tienen tantos personajes que rodean a este gustado deporte y que, muchas veces sin haberlo jugado o estado cerca del pasto tan siquiera unos minutos en todas las etapas anteriores de su vida, suelen ocupar puestos directivos de una importancia y trascendencia tales que inciden drásticamente con sus opiniones y mandatos tanto o más que los propios futbolistas en la cancha con sus acrobacias.
Es un hecho que el poder que ostentan los mentados directivos (mentados por sus sabor a menta) sobrepasa a veces el de muchos políticos y empresarios del orbe, simplemente por ser el futbol una actividad que se ha convertido en el más grande fenómeno social que ha conocido la humanidad desde su invención.
Fue en uno de esos momentos de introspección metafísica cuando le hice al tipo del espejo la siguiente pregunta:¿Qué pasaría si, por algún designio divino o por una intoxicación masiva de ciertas especies rastreras, nos desayunáramos un día con la noticia de que han desaparecido como por encanto de la faz de la Tierra todos (dije todos…) los directivos del futbol de todos los países del mundo, incluyendo los de la Regional del Sur, la Liga Cañera y la Premier League, sin olvidarnos de la FIFA, la UEFA, la Conmebol, la Concacaf, la FMF y la Interclubes?
Mi mente calenturienta, ya en plena euforia desintegradora y haciendo gala de imaginación, continúo preguntándole al galán del espejo sobre la lejana posibilidad de que, además de los prescindibles directivos y justo al día siguiente de su llorada desaparición, se esfumaran además (les juro que hasta las lágrimas me brotaban de la pura idea) los señores árbitros de todas las canchas del mundo. Sí, leyó usted bien, todos los árbitros, abanderados, cuartos árbitros, instructores de todas las ligas del mundo, piratas o no, hicieran discreto mutis, se multiplicaran por cero y nos dejaran en paz de la noche a la mañana a todos los que nos gusta el futbol.
Y fui más lejos, sí señor, ya encarrilado pregunté a mi amigo del espejo: ¿Qué pasaría si además de directivos y árbitros nos dejaran solos en el planeta al otro día los comentaristas de radio y televisión, los críticos y cronistas de prensa escrita y demás yerbas como reporteros y chismosos de toda índole relacionados con el deporte de nuestros amores? Éstos tendrían que haberse intoxicado con algo muy descompuesto, ya que sus estómagos suelen estar recubiertos de un blindaje desconocido que los protege de casi todo lo que comen, que es casi siempre de gorra. Para terminar, y ya con mi consorte sangrando de los nudillos de tanto aporrear la puerta del baño pensando que me estaría electrocutando en la bañera, le alcancé a cuestionar a mi viva imagen del espejo sobre la decididamente utópica (aunque no menos magnífica) suposición de que con toda esa fauna antes descrita se fueran a otro mundo junto con los directivos, árbitros y periodistas de la fuete, los mismísimos entrenadores, sí ¡los aparentemente insustituibles entrenadores y directores técnicos de todititos los equipos de este puerco mundo! De Hugo para abajo y excluyendo quizás al profesor Cascarín.
La llegada de los bomberos y de los chicos del manicomio, alertados por mi mujer que sólo escuchaba mis carcajadas de feliz locura en el interior del cuarto del baño y ante la imposibilidad de hacerme abrir la puerta sin el uso de un hacha, estuvieron a punto de impedirme escuchar la fantasmagórica respuesta que, desde el otro lado del espejo, me alcanzó a dar el tipo medio calvo de la imagen: “No sufras, no pasaría nada, a pesar de todo al día siguiente, con toda seguridad y con la sola presencia de los verdaderos actores, que son los futbolistas y ante los auténticos aficionados como testigos, al día siguiente te digo…se jugaría futbol”.
Fuente: Record Diario Deportivo
Sin Conexión...
Dom 23 de Marzo de 2008.
Una de esas mañanas en las que suelo amanecer medio filosófico (por no decir crudo), y habiendo sufrido alguno de los múltiples desengaños futbolísticos a los que nos tienen acostumbrados nuestros equipos nacionales, con todo y sus entrenadores y dirigentes incluidos, me miraba al espejo tratando de explicarme algunas cosas (además de la multiplicidad de mis arrugas y la extraña pero acelerada desaparición de mi tejido capilar) tales como la inmortalidad del cangrejo y la verdadera utilidad de los directivos en el futbol mundial.
Respecto a este último punto, y debido a que la orientación espiritual de Hugo Sánchez me ha ayudado a avanzar en el tema de los cangrejos hasta el punto de casi haber dilucidado el meollo de tan añeja cuestión, me detuve dicha mañana a elucubrar distintas hipótesis referentes, todas ellas, a la verdadera trascendencia que tienen tantos personajes que rodean a este gustado deporte y que, muchas veces sin haberlo jugado o estado cerca del pasto tan siquiera unos minutos en todas las etapas anteriores de su vida, suelen ocupar puestos directivos de una importancia y trascendencia tales que inciden drásticamente con sus opiniones y mandatos tanto o más que los propios futbolistas en la cancha con sus acrobacias.
Es un hecho que el poder que ostentan los mentados directivos (mentados por sus sabor a menta) sobrepasa a veces el de muchos políticos y empresarios del orbe, simplemente por ser el futbol una actividad que se ha convertido en el más grande fenómeno social que ha conocido la humanidad desde su invención.
Fue en uno de esos momentos de introspección metafísica cuando le hice al tipo del espejo la siguiente pregunta:¿Qué pasaría si, por algún designio divino o por una intoxicación masiva de ciertas especies rastreras, nos desayunáramos un día con la noticia de que han desaparecido como por encanto de la faz de la Tierra todos (dije todos…) los directivos del futbol de todos los países del mundo, incluyendo los de la Regional del Sur, la Liga Cañera y la Premier League, sin olvidarnos de la FIFA, la UEFA, la Conmebol, la Concacaf, la FMF y la Interclubes?
Mi mente calenturienta, ya en plena euforia desintegradora y haciendo gala de imaginación, continúo preguntándole al galán del espejo sobre la lejana posibilidad de que, además de los prescindibles directivos y justo al día siguiente de su llorada desaparición, se esfumaran además (les juro que hasta las lágrimas me brotaban de la pura idea) los señores árbitros de todas las canchas del mundo. Sí, leyó usted bien, todos los árbitros, abanderados, cuartos árbitros, instructores de todas las ligas del mundo, piratas o no, hicieran discreto mutis, se multiplicaran por cero y nos dejaran en paz de la noche a la mañana a todos los que nos gusta el futbol.
Y fui más lejos, sí señor, ya encarrilado pregunté a mi amigo del espejo: ¿Qué pasaría si además de directivos y árbitros nos dejaran solos en el planeta al otro día los comentaristas de radio y televisión, los críticos y cronistas de prensa escrita y demás yerbas como reporteros y chismosos de toda índole relacionados con el deporte de nuestros amores? Éstos tendrían que haberse intoxicado con algo muy descompuesto, ya que sus estómagos suelen estar recubiertos de un blindaje desconocido que los protege de casi todo lo que comen, que es casi siempre de gorra. Para terminar, y ya con mi consorte sangrando de los nudillos de tanto aporrear la puerta del baño pensando que me estaría electrocutando en la bañera, le alcancé a cuestionar a mi viva imagen del espejo sobre la decididamente utópica (aunque no menos magnífica) suposición de que con toda esa fauna antes descrita se fueran a otro mundo junto con los directivos, árbitros y periodistas de la fuete, los mismísimos entrenadores, sí ¡los aparentemente insustituibles entrenadores y directores técnicos de todititos los equipos de este puerco mundo! De Hugo para abajo y excluyendo quizás al profesor Cascarín.
La llegada de los bomberos y de los chicos del manicomio, alertados por mi mujer que sólo escuchaba mis carcajadas de feliz locura en el interior del cuarto del baño y ante la imposibilidad de hacerme abrir la puerta sin el uso de un hacha, estuvieron a punto de impedirme escuchar la fantasmagórica respuesta que, desde el otro lado del espejo, me alcanzó a dar el tipo medio calvo de la imagen: “No sufras, no pasaría nada, a pesar de todo al día siguiente, con toda seguridad y con la sola presencia de los verdaderos actores, que son los futbolistas y ante los auténticos aficionados como testigos, al día siguiente te digo…se jugaría futbol”.
Fuente: Record Diario Deportivo
Sin Conexión...
Dom 23 de Marzo de 2008.
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