Lo bonito del futbol.
Sin Conexión
A diferencia de otros deportes, las características tan peculiares del futbol lo convierten en un juego esencialmente imprevisible.
Tan imprevisible que se puede concebir la posibilidad real de que un equipo supuestamente inferior supere en el terreno de juego a otro aparentemente superior, cosa que muy rara vez sucede en otros deportes, en los que cierto tipo de diferencias son normalmente insalvables.
Es materialmente imposible que un equipo aficionado le gane a uno profesional en deportes como el basquetbol o el futbol americano, por nombrar a dos de los más populares.
De hecho, en ambas prácticas las diferencias de peso y estatura hacen una drástica distinción entre sus participantes, al grado de que muy difícilmente acceden a los primeros planos jugadores de baja estatura o de poco peso.
Hubo quién, hace muchos años, llegó a sugerir que el básquet se jugara en distintas divisiones, con jugadores de estatura parecida para hacer valer más la técnica y la habilidad que la sola talla física.
Algo así como lo que sucede en el boxeo con los pesos. Lo mismo podría proponerse para el americano, si es que a alguien le interesara que el talento se valore más en un deporte en el que la mezcla de fuerza física y disciplina estratégica son preponderantes.
En el futbol pueden ser estrellas algunos enanos, gorditos, altos, desgarbados, flacos, blancos, negros, amarillos, tontos, listos, etc., (hasta jorobados y locos) convirtiéndose en una actividad accesible para cualquiera, sin distinciones de ningún tipo, con lo cual se explica su popularidad y, con ello, su imprevisibilidad.
Sobre todo en estos tiempos en los que el desarrollo de la preparación física y la paridad en el progreso técnico y táctico son accesibles en todos lados.
Ya no hay nada nuevo bajo el sol, diría el ‘Mamucas’.
Si en México se pudiera, como sucede en algunos países, que los equipos de 3a y 2a participaran de torneos oficiales contra los de Primera y Primera A, veríamos seguramente como se dan casos de clubes humildes, que derrotan a los grandes de vez en cuando. O como equipos que se quedan con menos jugadores en la cancha terminan ganando el partido con base a una gran actitud, un tanto de suerte y la complicidad de sus estúpidos y confiados rivales.
Ejemplos se dan constantemente en los torneos de Copa de España e Inglaterra, en los que se ha dado el caso de que un equipo de divisiones inferiores llegue a las finales e incluso sea Campeón.
Me ha tocado ver cómo equipos amateurs que son invitados a jugar interescuadras contra equipos de Primera les ponen un baile e, incluso, les llegan a ganar. Cosa imposible en otros deportes ciertamente.
Es por eso que, a pesar de los grandes esfuerzos que parecen hacer algunos dirigentes para que la gente se aburra del futbol mediante decisiones absurdas que nada tienen que ver con el espíritu del juego y con una inhumana comercialización, y la pérdida casi absoluta de la identidad que antes tenían los jugadores con sus colores y con su afición, de cuando en cuando nos reconciliamos con nuestro vicio, al ver como acaecen milagros aparentes que ni los más optimistas hubiesen pronosticado y a cuya realización mucho menos alguien le hubiere apostado.
No se explicaría de otro modo cómo un equipo catalogado por todos como el peor de nuestra última Liga vaya con una diferencia casi abismal en el marcador a jugar frente al considerado como el mejor del momento en Brasil al mítico Maracaná y lo supere para avanzar a la siguiente ronda en la Libertadores.
O que San Lorenzo elimine a River en su cancha con dos hombres menos, perdiendo por dos goles y a falta de 20 minutos.
O que EU le gane a Inglaterra en el Mundial de ’50 y que Uruguay le pegue a Brasil en la Final; o que Alemania derrote a Hungría en la del ’54 o que Corea golee a Italia en el ’66; o que México sea eliminado de los Juegos Olímpicos de China por Guatemala, Canadá y Haití a pesar de contar en el banco con Hugo Sánchez.
¡Cosas tremendas… y con ellas te entretengas!
A diferencia de otros deportes, las características tan peculiares del futbol lo convierten en un juego esencialmente imprevisible.
Tan imprevisible que se puede concebir la posibilidad real de que un equipo supuestamente inferior supere en el terreno de juego a otro aparentemente superior, cosa que muy rara vez sucede en otros deportes, en los que cierto tipo de diferencias son normalmente insalvables.
Es materialmente imposible que un equipo aficionado le gane a uno profesional en deportes como el basquetbol o el futbol americano, por nombrar a dos de los más populares.
De hecho, en ambas prácticas las diferencias de peso y estatura hacen una drástica distinción entre sus participantes, al grado de que muy difícilmente acceden a los primeros planos jugadores de baja estatura o de poco peso.
Hubo quién, hace muchos años, llegó a sugerir que el básquet se jugara en distintas divisiones, con jugadores de estatura parecida para hacer valer más la técnica y la habilidad que la sola talla física.
Algo así como lo que sucede en el boxeo con los pesos. Lo mismo podría proponerse para el americano, si es que a alguien le interesara que el talento se valore más en un deporte en el que la mezcla de fuerza física y disciplina estratégica son preponderantes.
En el futbol pueden ser estrellas algunos enanos, gorditos, altos, desgarbados, flacos, blancos, negros, amarillos, tontos, listos, etc., (hasta jorobados y locos) convirtiéndose en una actividad accesible para cualquiera, sin distinciones de ningún tipo, con lo cual se explica su popularidad y, con ello, su imprevisibilidad.
Sobre todo en estos tiempos en los que el desarrollo de la preparación física y la paridad en el progreso técnico y táctico son accesibles en todos lados.
Ya no hay nada nuevo bajo el sol, diría el ‘Mamucas’.
Si en México se pudiera, como sucede en algunos países, que los equipos de 3a y 2a participaran de torneos oficiales contra los de Primera y Primera A, veríamos seguramente como se dan casos de clubes humildes, que derrotan a los grandes de vez en cuando. O como equipos que se quedan con menos jugadores en la cancha terminan ganando el partido con base a una gran actitud, un tanto de suerte y la complicidad de sus estúpidos y confiados rivales.
Ejemplos se dan constantemente en los torneos de Copa de España e Inglaterra, en los que se ha dado el caso de que un equipo de divisiones inferiores llegue a las finales e incluso sea Campeón.
Me ha tocado ver cómo equipos amateurs que son invitados a jugar interescuadras contra equipos de Primera les ponen un baile e, incluso, les llegan a ganar. Cosa imposible en otros deportes ciertamente.
Es por eso que, a pesar de los grandes esfuerzos que parecen hacer algunos dirigentes para que la gente se aburra del futbol mediante decisiones absurdas que nada tienen que ver con el espíritu del juego y con una inhumana comercialización, y la pérdida casi absoluta de la identidad que antes tenían los jugadores con sus colores y con su afición, de cuando en cuando nos reconciliamos con nuestro vicio, al ver como acaecen milagros aparentes que ni los más optimistas hubiesen pronosticado y a cuya realización mucho menos alguien le hubiere apostado.
No se explicaría de otro modo cómo un equipo catalogado por todos como el peor de nuestra última Liga vaya con una diferencia casi abismal en el marcador a jugar frente al considerado como el mejor del momento en Brasil al mítico Maracaná y lo supere para avanzar a la siguiente ronda en la Libertadores.
O que San Lorenzo elimine a River en su cancha con dos hombres menos, perdiendo por dos goles y a falta de 20 minutos.
O que EU le gane a Inglaterra en el Mundial de ’50 y que Uruguay le pegue a Brasil en la Final; o que Alemania derrote a Hungría en la del ’54 o que Corea golee a Italia en el ’66; o que México sea eliminado de los Juegos Olímpicos de China por Guatemala, Canadá y Haití a pesar de contar en el banco con Hugo Sánchez.
¡Cosas tremendas… y con ellas te entretengas!
Fuente: Record Diario Deportivo
Sin Conexión...
Dom 11 de Mayo del 2008.
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