¿Y si fueran los mejores?
SIN CONEXIÓN
Apenas tuve otro de esos sueños denominados ‘guajiros’, provocados seguramente por el exceso de estimulantes naturales que resultan se el descanso, el aire puro, el silencio y los paisajes naturales con que nos regala cotidianamente la madre naturaleza a todos aquellos privilegiados que tenemos la fortuna de vivir en este valle de rosas en que se ha convertido nuestra romántica y excesivamente tranquila Ciudad de los Palacios.
Estoy seguro que el abuso de estos factores se ha tornado en mi contra, o al menos en contra de mi salud mental ciertamente, ya que cada vez con mayor frecuencia me asaltan por la noche, no los ladrones que dice la leyenda solían asolar antiguamente a los otrora temerosos habitantes de la muy noble y muy leal Ciudad de México, sino los sueños y casi pesadillas en que se convierten mis miedos y, más acertadamente (según las conclusiones de mi psicoanalista de buró el afamado sacamuelas, Dr. García Fabregat), mis remordimientos de conciencia y múltiples complejos como ése del hipo.
El caso es que he de contarles que en mi sueño me veía yo en un viaje (de turista, digo) por uno de los países hermanos que todos tenemos en Sudamérica, durante el cual se me ocurría la peregrina idea de asistir a un partido de futbol que enfrentaba a cierto poderoso equipo local con un equipo mexicano. Si, a pesar de que en mi sueño, aunque creo que en la realidad también, no sabía yo nada de futbol, me encontraba de pronto víctima de mi curiosidad científica, atestiguando un enfrentamiento más de la Copa Libertadores de América en calidad de simple neófito en medio de una enorme multitud de aficionados al equipo anfitrión que hinchaban (así decían ellos) para que su equipo venciera a nuestros pobres mexicanitos y demostraran una vez más el porqué de la gran superioridad que presumían tener sobre los nuestros. Sin embargo, no sucedía así (en mi sueño, repito). Por alguna extraña razón los mexicanos le daban un fenomenal baile a sus rivales y los hacían presa de su mejor trabajo de conjunto, de su mayor despliegue físico, de su anticipación y buen trato de pelota. Todo ello pese al entorno tan adverso que los rodeaba, a un clima muy húmedo al que no estaban supuestamente acostumbrados, a una cancha en malas condiciones, al juego rudo y a veces desleal de los locales que para colmos se veían solapados por un arbitraje descaradamente localista que dejó en injusta inferioridad numérica a los mexicanos y perdonó a los otros dos penaltis, cobrándole uno inexistente a los nuestros que pudo evitar el portero azteca en un gran lance.
Con todo en contra vencían y convencían nuestros compatriotas a uno de los equipos más afamados de Sudamérica y lo eliminaban de la Libertadores para acceder con ello a la Final del torneo. Y digo convencían porque, en mi sueño, repito, aunque me remuerda la conciencia, me asombraba constatar cómo al final el público local se rendía ante la evidencia y el buen juego de los nuestros. Pero lo que más me llamó la atención, y al mismo tiempo me hizo dar cuenta de que todo era un sueño, fueron los comentarios que hacía la mayoría de la gente que salía derrotada del monumental inmueble al finalizar el partido. Todos sin excepción, aunque en diferentes tonos, señalaban lo siguiente: “Claro, estos mexicanos, esta vez sí trajeron a sus mejores equipos a la Copa, así es difícil ganarles”. Era evidente que se referían a que en esta ocasión, en la ocasión de mi sueño, por supuesto, México había participado con los equipos que se encontraban en el mejor momento futbolístico posible. Es decir, había asistido a representarnos seguramente el último Campeón o Subcampeón de nuestro torneo quizás el reciente líder de la tabla general y no el ganador de un volado y el último lugar de nuestra Liga. Es decir, propiamente casi los peores equipos con los que cuenta el campeonato mexicano de Primera División que, a pesar de lo cual, se colaron hasta las últimas instancias.
Una vez repuesto del penoso trauma que siempre conlleva el despertar a la realidad, y de haberme frotado los ojos repetidamente hasta hacerlos salir de sus cuencas, alcancé a reflexionar lo suficiente como para preguntarme lo siguiente: ¿qué pasaría si a estos torneos tan importantes fuésemos a competir realmente con nuestros mejores equipos?
Fuente: Record Diario Deportivo
Sin Conexión...
Lunes 9 de Junio de 2008.
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Lunes 9 de Junio de 2008.
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